lunes, 13 de mayo de 2013

Del Bosques, Guardiolas y Mouriños

Trabajo y entrenamiento de equipos para mejorar la calidad y la seguridad de los pacientes

A quienes nos gusta el fútbol no nos extraña en absoluto que los jugadores se pasen la semana entera entrenando juntos. Que inviertan energía y tiempo ensayando tácticas, practicando jugadas, preparando estratagemas para ejecutar determinadas acciones que previsiblemente van a suceder durante el partido (saques de esquina, faltas al borde del área, penaltis, etc). Es más, nos extrañaría que no lo hicieran y que cuando llegara la hora del partido, jugadores y entrenador se limitaran a aplicar con la profesionalidad máxima que su ética les apuntara, el acopio de conocimientos y habilidades técnicas de los que fuera poseedor cada uno. No solo nos extrañaría, sino que nos irritaría sobremanera y rápidamente exigiríamos la cabeza de cualquiera a quien se pudiera señalar como responsable de semejante desidia (entrenador y directivos, casi seguro). Hasta las máximas estrellas, de siete millones de euros o más de sueldo al año, las que se saben con más talento innato y mejores condiciones físicas para el juego deben pasar por la misma rutina: entrenar y entrenar y volver a entrenar. Por muchos goles que se hayan metido en un partido, por muy brillantes regates y grandes ovaciones que se hayan arrancado del público, por muy superior que se crea uno a los demás: entrenar y ensayar una y otra vez el juego de equipo para ajustar y perfeccionar el funcionamiento del conjunto como si se tratara de la maquinaria de un reloj suizo. Y con ello prepararse para obtener el resultado deseado: la victoria.


Pongo el ejemplo del fútbol porque parece el más claro y palmario, pero también podrían ponerse otros (actuaciones de bomberos, intervenciones militares, resolución de secuestros, actuaciones policiales, pilotaje de aeronaves, etc) en los cuales el ensayo y el entrenamiento continuado es un mecanismo inexcusable para tratar de garantizar los resultados perseguidos. Y puede que, aun con todo, los resultados finales no sean los deseados, pero sería socialmente imperdonable que el fracaso fuera producto, no del azar y las circunstancias particulares de cada caso, sino de una falta de preparación y adiestramiento previos. 

Y me pregunto, ¿por qué en el ámbito de la salud no utilizamos esta técnica, incontestable en otros sectores, como método habitual de trabajo para mejorar la calidad, la seguridad y los resultados asistenciales que conseguimos?. No cabe duda de que los buenos o malos resultados de muchos procesos asistenciales dependen del buen o mal funcionamiento (comunicación, toma de decisiones, coordinación, objetivos, etc) de los equipos de personas que han de llevarlos a cabo. ¿No podría también entrenarse a esos equipos para que los resultados fueran mejores?. 

A ese tema se dedica de forma monográfica el número 5 de la revista BMJ Quality and Safety: a la formación de equipos de alta fiabilidad y al importante papel que en ello juega el entrenamiento de los equipos de trabajo. A mi me ha hecho reflexionar bastante y descubrir un nuevo camino de posibilidades para mejorar la calidad y la seguridad de la asistencia sanitaria. Solo en muy pocos procesos, como por ejemplo el de la reanimación cardiopulmonar, se entrena de forma habitual a los equipos para ajustar su respuesta a situaciones asistenciales determinadas. En otros de gran frecuencia y alto impacto asistencial (fractura de cadera, infarto agudo de miocardio, ictus, etc) se suele funcionar de acuerdo con la costumbre o el proceder habitual histórico de cada centro y todo lo más que se suele hacer son protocolos o materiales divulgativos con normas de actuación para que cada profesional se las aprenda y las aplique por su cuenta.

Según señalan E. Salas y M. Rosen en un artículo en el que comentan las aportaciones a ese numero monográfico de BMJ Quality and Safety, el entrenamiento de los equipos de trabajo es un método que funciona, funciona en otros sectores y funciona también en el ámbito sanitario, como parecen demostrarlo varios estudios. Pero de paso nos llaman la atención sobre varios aspectos a tener en cuenta para poder llevarlo a la práctica:

1.- La implantación del entrenamiento de equipos como método de mejora depende mucho de la cultura de las organizaciones. Es mucho más factible en aquellas que verdaderamente tienen la seguridad clínica entre sus objetivos prioritarios y la colaboración, la flexibilidad y la innovación organizativa como valores compartidos.
2.- Es muy importante también el método para llevar a cabo el entrenamiento de los equipos. Este método debe estar perfectamente planificado, guiado, ejecutado y evaluado, como por ejemplo a partir de ejercicios de simulación de situaciones concretas.
3.- Como en la mayoría de las cuestiones organizacionales, el liderazgo juega un papel fundamental. El comportamiento de los líderes es el factor que mejor traduce la cultura de la organización y las personas se fijan en ello para sondear si el tema es realmente serio e importante o una simple impostura. Por ejemplo, comprobando si los líderes también participan en el entrenamiento o solo aparecen para cortar la cinta.
4.- Conviene complementar el entrenamiento de los equipos con otros métodos de mejora, como protocolos de comunicación o cambios en la infraestructuctura (sistemas de información, composición de los equipos, etc) para una una mayor efectividad en los resultados.
5.- Hay que aplicar métodos de evaluación apropiados sobre el funcionamiento de los equipos, con mecanismos de retroalimentación que contengan referencias claras y útiles para que éstos puedan interpretar y entender las causas o factores relacionados con su mayor o menor efectividad o rendimiento.
6.- Lograr que las personas funcionen correctamente como miembros de equipos es una carrera a medio-largo plazo, no cosa de cuatro días o breves cursillos de formación. Requiere inversión, constancia y tolerancia con los fallos.
7.- El entrenamiento de los equipos en una solución para los problemas de calidad y seguridad de los pacientes, pero no la única solución. Hay que invertir también en otras cuestiones como el diseño y la mejora de los entornos de trabajo, los procesos, los sistemas de información o los dispositivos clínicos. 

Puede que en los próximos años, los centros sanitarios, además de profesionales médicos o de enfermería deban contratar también entrenadores de equipos para que las cosas vayan mejor para los pacientes. Por favor, yo no quiero un broncas como Mouriño.

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