miércoles, 17 de abril de 2013

Jabugo

Aunque me aparte un poco de los temas de este blog, os adelanto hoy aquí completo un pequeño texto remitido en forma de carta al director a Heraldo de Aragón sobre los escraches. Os pido disculpas por alejarme de la temática habitual, pero a veces la actualidad social empuja con tanta fuerza que no es posible resistirse.

Dando voz a un escrache: a Mª Dolores le gusta más el Jabugo

Si tuviera dinero, mucho dinero, podría organizar fiestas y cócteles, con selectos vinos de Rioja, Ribera del Duero, Burdeos, Borgoña o Valpolicella, conferencias, simposios o simples reuniones distendidas e informales a las que acudirían políticos y personas influyentes a pavonear el palmito y degustar lascas de jamón de Jabugo recién cortadas, a sorber la esencia burbujeante de una copa de cava o incluso de champán francés envejecido en antiquísimas bodegas. Si tuviera mucho dinero podría enviar regalos en las fechas señaladas, joyas, bolsos de piel, pañuelos de seda, relojes, trajes a medida, entradas para espectáculos selectos. Si mis cuentas estuvieran repletas y mis negocios rozasen la talla de los poderosos podría montar un lobby con oficinas en Madrid y en Bruselas y contratar abogados, publicistas, economistas, guapas azafatas, especialistas en mercadotecnia para que preparasen dosieres de limpio diseño y papel grueso y brillante en los que se acreditase el noble interés de mis negocios, que hiciesen las llamadas oportunas, que reservasen mesa en los mejores restaurantes para agasajar a líderes, diputados y mandatarios de organismos oficiales. Puede que invitara también a alguno de los más selectos a veranear en mi yate, a pescar mar adentro, tomar el sol, beber Martini con hielo y ginebra y saborear una buena langosta asada. Todos me sonreirían con agradecimiento y admiración, cautivados por la gloria de mi imperio, fascinados por el lujo y poder de la riqueza. Aprovecharía para plantear en ese ambiente de laxitud y recreo cualquier tema que pudiera inquietar mis intereses, cualquier pequeño estorbo que pudiera adivinarse  en el discurrir de mis venturas y sugeriría con cortesía y sutileza a mis invitados la gran consideración en que tendría su intervención en mis asuntos. Harían cosas por mí, cosas que a ellos no les costaría ningún esfuerzo y que se apresurarían a concretar para que siguiera teniendo en cuenta su generosidad y agradecimiento. 

Pero como no tengo dinero, como soy más pobre que las ratas y he caído en desgracia al perder el trabajo y amenazarme el banco con arrojarme del piso en que vivo por no poder seguir pagando la hipoteca, como a nadie le importa si me muero o vivo, si siento o padezco, no me queda otro medio que coger una pancarta de cartón y acercarme a donde están quienes han de enmendar esta situación de estrago y contarles a voz en grito mi situación desesperada. Dicen que hago escrache y me llaman por ello nazi y totalitario. Por manifestar con lo único que tengo, mi voz y mi persona, la urgencia de mi angustia. Por no tener Jabugo para fiestas ni yates para pescas de altura. 

Un escrache


1 comentario:

  1. Muy bueno Ignacio, estoy de acuerdo. En realidad es la única vía de protesta que nos queda, porqué ¿quien confía en una justicia que permite que el propio gobierno incumpla convenios colectivos de muchos trabajadores o traspase servicios de todos al negocio privado¿ -a modo de ejemplo, por no extenderme-. Creo que la calificación de nazi y totalitario esta opuestamente colocada.
    Saludos.
    Luisa Gracia

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