martes, 19 de febrero de 2013

La nueva epidemia industrial

Beneficios por enfermar a las poblaciones

Según datos del estudio Global Burden of Disease, del que ya hablamos aquí no hace mucho (¿De qué muere el mundo?), el 65 % de los 52,8 millones de muertes que se produjeron en el mundo en 2010 fueron debidas a enfermedades no transmisibles (ENT). Asimismo, el 54 % de los años de vida ajustados de discapacidad eran también producto de estas enfermedades. No es de extrañar que la Asamblea Mundial de la Salud de las Naciones Unidas celebrada en 2012 se marcara como meta reducir la mortalidad evitable debida a estas enfermedades al menos un 25 % para el año 2025. Un 25% para el 25, un buen juego de números para cuadrar el inevitable eslogan.


Para acercarnos mínimamente a esa meta es necesario reducir de forma drástica el consumo mundial de determinados productos que se sabe están detrás de la génesis de esas enfermedades, en especial el tabaco, el alcohol, las bebidas azucaradas y las comidas preparadas con alto contenido en grasas y azúcares. Pero, claro, las industrias y empresas que viven de esos negocios no están lo que se diga radiantes de alegría con esa noticia. Más bien parece que han armado en los labios un gesto de contrariedad y preparan en los elevados despachos de sus torres de mando la estrategia para trabar y entorpecer cualquier iniciativa que pretenda arrebatarles la más mínima porción de su cuenta de resultados.

Así nos lo presenta el Grupo de Acción contra las Enfermedades No Transmisibles de The Lancet en un magnífico artículo publicado en el último número de esa revista, en el que se llega a afirmar que los principales determinantes de las ENT son las industrias de productos insanos o poco saludables y califica la situación sanitaria mundial con respecto a las enfermedades provocadas por esos productos como de "epidemia industrial". Una epidemia que ya se ha cebado con los países desarrollados y que ahora comienza a extenderse a gran velocidad por los países con menos ingresos. Siempre siguiendo el rastro de mayores cuotas de mercado y del negocio.

Se revisan en el texto las elaboradas artimañas, diseñadas en un principio por las empresas tabaqueras, pero que siguen ahora todas las demás al pie de la letra para mantener intacta su fuente de peculio por encima de cualquier montañita de cadáveres que pueda ponérseles encima de la mesa. A saber:

1.- Estrategia primera: sesgar y enturbiar las investigaciones que puedan asociar o responsabilizar a sus productos con cualquier riego de enfermedad. Compran directamente a investigadores y crean organizaciones seudo-independientes para promover estudios que contradigan los resultados de los trabajos científicos más rigurosos.
2.- Estrategia segunda: Ponerse una piel de cordero y colaborar mansamente con investigadores y personas clave para influir y modular los mensajes que se dan al público sobre los riesgos derivados de sus productos.
3.- Estrategia tercera: Presionar económicamente (hacer lobby) a políticos y autoridades de salud pública para frenar cualquier regulación que pueda afectar a su negocio.
4.- Estrategia cuarta: apoyar campañas de propaganda más o menos subterráneas para despertar en los ciudadanos un sentimiento de oposición a las regulaciones gubernamentales, principalmente recurriendo a la supuesta pérdida de libertad individual, criticando el excesivo rol paternalista del Estado y lavándose un poco su propia imagen apoyando campañas de sensibilidad social en otras áreas que no les afectan como la violencia doméstica o la promoción de la actividad física.

En conclusión, lo que sea por defender sus garbanzos. 

No parece razonable, según los autores, y todas las  experiencias pasadas apuntan en ese sentido,  contar con la colaboración de las organizaciones que se dedican a la fabricación o comercialización de esos productos para diseñar políticas saludables ni con llamadas a la auto-regulación ni con fórmulas de colaboración o consenso. Para ellos la única vía posible es la regulación pública directa y la intervención en los mercados por parte de los gobiernos

Y aún así será difícil mover sus pies de sitio. Ya se sabe que "poderoso caballero es don dinero". 

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