lunes, 21 de enero de 2013

Una piedra en el zapato de la MBE

El problema de los ensayos clínicos no publlcados

El fracaso no vende, no es atractivo, a nadie le gusta. Tampoco a los investigadores y mucho menos a los financiadores, que se juegan las ventas de un determinado producto e incluso su prestigio de marca en función de los resultados de un determinado ensayo clínico (EC). El problema es preocupante según se denuncia en un editorial de BMJ (All trials must be registered and the results publised) ya que apenas el 50 % de los ensayos clínicos registrados publican sus resultados (ver gráfico más abajo). 


Las consecuencias de esta infra-publicación, sesgada siempre de parte de aquellos EC cuyo resultado ha sido negativo, son una sobreestimación de los beneficios de los tratamientos y una infraestrimación de sus riesgos. Quienes lo pagan son los de siempre: por un lado los pacientes, a quienes se les somete a riegos desconocidos, y por el otro el sistema sanitario, que costea tratamientos que quizá no tengan ningún efecto.

Proporción de ensayos clínicos registrados que se han publicado en UK desde 1999 hasta 2007
Lo curioso del caso es que esta maliciosa pereza, esta perjudicial molicie a la hora redactar y comunicar la síntesis de un ensayo clínico fallido ataca tanto a las investigaciones promovidas por la industria farmacéutica, que se juegan las mantecas, como a las impulsadas por las instituciones académicas y otras organizaciones sin ánimo de lucro, que todo lo más que se juegan es el lustre de sus blasones y linaje, si es que lo tuvieren. Las explicaciones y las excusas para este comportamiento son, como siempre en el mundo de las pretextos, muchas, variadas y al por mayor: repentino cambio de interés por otros proyectos, revistas científicas poco receptivas a publicar trabajos con resultados negativos, pérdida de imagen del investigador, falta de financiación para esos trabajos,..etc. Vamos, que quien publica uno de estos resultados poco menos que se gana el cielo. 

Pero la Declaración de Helsinki no deja lugar a dudas y establece como una obligación y compromiso ético de quien investiga con humanos la publicación de los resultados de su investigación, tanto si estos son positivos, como si son una catástrofe. Es un deber de gran alcance para la sociedad y,  de forma particular, una deuda inviolable con los pacientes que han participado en el ensayo, sometiendo a  su cuerpo a riesgos desconocidos y confiando en la rectitud moral de los investigadores.

Pero no todo en el cielo son nubarrones, a diferencia del resto, los ensayos financiados por el programa del National Institute for Health Research Health Technology Assessment se han hecho públicos, con independencia de su resultado, en más del 98%. Las razones: retienen una parte de la ayuda concedida hasta que los autores remiten el artículo a alguna revista para su difusión, eligen a los investigadores por criterios objetivos estandarizados y cuentan con una publicación propia para dar salida a los trabajos.

Aquí en España no se como estaremos. Igual hasta estamos mejor que los ingleses o más neutros: con tan poco dinero para investigar y tan amigos que somos de la siesta, puede que se nos duerma la pluma antes incluso de saber el resultado.

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