Cantidad de calidades en boca de todos
Muchas caras de una misma mujer |
De forma más reciente, en 2001, el Instituto
de Medicina de Estados Unidos (IOM) ató más en corto esos resbaladizos atributos propios de la calidad asistencial en un informe que
tituló “Crossing
the Quality Chasm: Health Care in the 21st Century” El IOM concretó los rasgos esenciales que deben conformar la calidad de los sistemas de salud en seis
componentes básicos:
Seguridad: evitar los errores y eventos
adversos en los pacientes
Efectividad: Prestar una asistencia
basada en la mejora evidencia científica disponible, usar de forma adecuada (ni
infra ni sobre uso) la tecnología y lograr los mejores resultados de salud en
los pacientes.
Atención centrada en el paciente:
proveer los cuidados respetando los valores y las creencias de los pacientes,
que deben estar bien informados y ser finalmente quienes guíen las decisiones
clínicas.
Oportunidad: Prestar la atención en el
momento adecuado, sin retrasos innecesarios o perjudiciales.
Eficiencia: evitar gastos innecesarios,
incluido el desperdicio de equipos, tiempo, suministros, ideas y energía.
Equidad: Proveer los mismos cuidados
para las mismas necesidades, sin distinción social, económica, geográfica,
cultural ni de ningún tipo.
El juego de los puntos de vista |
Viene a colación este comentario
por las veces que en el pasado año y, en especial, en el pasado mes, he oído hablar a todo el mundo (políticos, profesionales, sindicatos, etc) de su intención de defender a capa y espada y mantener a toda costa la calidad de nuestro sistema
sanitario y, sin embargo, proponer para ese objetivo cosas diametralmente
opuestas. Me da en la nariz que algo de culpa en ese malentendido lo tiene esa
diferente perspectiva a la hora de conceptualizar y entender el significado de la propia
palabra “calidad”, barriendo cada cual para sus propios intereses.
Si siguiéramos la lección del
ejercicio que he comentado quizá deberían ser los ciudadanos, en cuanto que
futuros pacientes y poseedores de esa visión más global y completa, quienes tendrían que juzgar si las medidas que se proponen tienen impacto o no en la
calidad asistencial. Por supuesto que para eso están las elecciones y esas
propuestas que se hacen (privatización de la gestión, supresión de la
ciudadanía sanitaria, copago, etc) tendrían que estar meridianamente claras en
los programas electorales de sus impulsores, para poder ser discutidas y
debatidas abiertamente con quienes constituyen el sujeto final y, además, son los propietarios legítimos del sistema
sanitario: los ciudadanos. Todo lo demás suena a fraude, un fraude que, además, pone como escusa la calidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR COMENTAR