martes, 8 de enero de 2013

Ellos también nos miran

aquí privatizamos y allí se quiere ampliar lo público.

Es curioso. Nosotros venga mira que te mira a ver que hacen los americanos, por dónde se mueven, qué vientos respiran, cuáles son sus idas y sus destinos y resulta que ellos también suspiran por ser como nosotros. Nadie parece conformarse con lo que es y, como si hubiera un error en la sustancia de los cuerpos, cada uno quiere tener la del otro, cada uno quiere ser lo que no es, Nosotros admirando sus grandes hebillas de oro, sus dorados adornos, el fogonazo blanco de sus villas y sus torres de marfil y ellos nuestras ligeras correas, la sencillez de nuestra vestimenta, la protección acogedora de nuestros hogares comunales.

En un brillante artículo de opinión publicado en JAMA, el profesor Victor R. Fuchs, de la Universidad de Stanford se pregunta en qué y por qué el sistema de salud americano es diferente del que tiene la mayoría de países de la OECD (How and why US Health Care differs from that in other OECD countries. JAMA 2013; 309::33-34). Concreta las diferencias en tres grandes aspectos:


  1. El gasto en sanidad en USA, en términos de PIB, es más del doble que la media del resto de países de la OECD.
  2. El porcentaje de gasto público es, sin embargo, mucho menor (del 46% frente al 75%, de media en la OECD).
  3. La tipología de servicios asistenciales suministrados es muy diferente: nosotros más centrados en servicios asistenciales básicos y camas de agudos y ellos más en servicios de alta tecnología (más mamografías, más resonancias, más tomografías, más médicos especialistas, hospitales más espaciosos y confortables). 
Reconoce dos hechos importantes: Primero, que los resultados en salud cuando se miden en términos de esperanza de vida son mejores en los países de la OECD cuya financiación es de base pública (aunque ¡lo justifica! en parte porque el porcentaje de pobres en USA es mucho mayor que el nuestro, 17% frente al 9%, y porque un gran sector de la población carece de cobertura sanitaria) y segundo, que, ATENCIÓN PARA QUIEN QUIERE PRIVATIZAR LA GESTIÓN SANITARIA, los costes administrativos (costes de transacción) de nuestros sistemas públicos son mucho menores, además de permitir un mayor control sobre los precios de los medicamentos, salarios de profesionales e inversión en tecnología y equipos.

Luego esboza tres argumentos para explicar los motivos que han conducido a esas diferencias entre el sistema americano y el nuestro, todas ellas de índole sociológico:
  1. Los americanos desconfían culturalmente de la intervención del Gobierno en sus vidas privadas. "El mejor gobierno es el que gobierna menos", apostrofaba Thomas Jefferson (al paso que vamos, creo que aquí pronto aspiraremos también a esa máxima).
  2. Rechazo palmario de los americanos a las políticas de redistribución de la riqueza (cada cual es el responsable de su propio destino.. o desatino). Rechazo acentuado todavía más por la gran heterogeneidad racial, religiosa y étnica de la población americana y la escasa solidaridad que esta variedad despierta en ella.
  3. Sistema político americano, con un larguísimo y costosísimo sistema electoral y con muchas instancias y cámaras político-legislativas sobre las que pueden ejercer influencia los grandes lobbies (industria farmacéutica, compañías aseguradoras, fabricantes de tecnología, etc).
En resumen, que sugiere la necesidad de una transformación suave y paulatina hacia los modelos predominantes en los países de la OCDE, aumentando la cobertura sanitaria y facilitando su  financiación vía impuestos. Eso sí, con mucho cuidado y no pisando demasiado fuerte el callo durante el baile  a los numerosos grupos de interés que por allí pululan.

Aquí, visto lo visto en el último año, parece que nuestro gobierno y el gobierno de algunas CCAA, hipnotizados por el brillo de las apariencias, (las hebillas de oro, los dorados adornos y las villas de marfil) están pensando en el viaje contrario, sobre todo trayéndonos a marchas forzadas ese esquema mental sociológico individualista, insolidario y abierto a la influencia de los poderes económicos que está llevando a los americanos a arrepentirse de ellos mismos. 

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